Ojo de la cerradura, bitácora onírica de Gabriela Olivo de Alba, es la puesta en escena de los sueños como materia estética de la creación, donde todo cobra sentido. En esta suerte de diario, la autora transforma el sueño en relatos cargados con la fuerza proteica de imágenes que vuelan, se deslizan, se diluyen o mutan en escenarios fugaces.
Gabriela trasvasa la imagen dislocada por el estupor, el miedo, el absurdo, o el deseo (entre otras emociones), y las inserta en esta ruta de ficciones que, por su naturaleza inaprensible y enigmática, se muestra inquietante. Ojo de la cerradura se inscribe en una estética onírica deslindada de enfoques psicoanalíticos, y de postulados surrealistas, es expresión artística que surge de repliegues del mundo alucinado de los sueños.
La estructura, aunque parezca fragmentada, articula las ideas y conforma un cuerpo textual cohesionado, como una red que atrapa vivencias fortuitas en contextos matizados con tonos fantasmáticos o colmados de erotismo. El sueño es el protagonista que se cuela cada noche y conforma laberintos de teatros ambulantes e indefinibles que entregan funciones donde la soñante se envuelve, se deja envolver (o desenvuelve) en la extrañeza, el azar y el absurdo.
Ojo de la cerradura seduce con la riqueza de sus reinos fantásticos, con su lenguaje y con sus entresijos. Los recursos formales en la propuesta estética de Ojo de la cerradura como libro objeto, se enlazan en un juego donde el arte subordina al texto literario, y constituyen vasos comunicantes entre la filigrana temática de lo soñado y el sueño como experiencia. Gabriela (la soñante) algunas veces los plasma con trazos gestuales, fuertes y dinámicos; otras veces los retrata como historias de símbolos y signos que confluyen en crónicas oníricas, en un Ojo de la cerradura.
Les Quintero
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